Es díficil arrancar un libro. He tenido severos problemas
desde el guardado de cambios, hasta discos duros quemándose.
En sincronizada con soltar lo atascado, lo que no sirve, lo
del miedo, guardar por miedo, voy contrariada. Tengo retazos de papelitos y
cuadernillos y hojas de cuadernos, alguna hoja de agenda, donde anoté algo que
me pareció un sentimiento genuino que necesitaba sacar de mi mente, pero
también una circunstancia sobre la que quería escribir, algo que me sonaba
interesante en una conversación de colectivo, en una llamada telefónica, en el
sonido y los colores de una escena. Escribir es soltar pero también es
recordar. Soltar porque quizá logro escribir, cual canal fluído, todo lo que se
me viene a mente por unas horas, y luego, sin correcciones, lo envió al
infinito. Que lo lea a quien le llegue, que interpreten lo que les sirva, o lo
que puedan según sus aprendizajes de vida, o que no llegue a nadie, no es mi
pregunta, ni el porqué lo hago. Yo sólo
quiero lograrlo. Empezar y terminar el libro que tantas veces empecé.
Escribir un renglón entero en notebook y que por el sensor
que posee en el medio más el curso sobre la línea que estoy escribiendo y se me
borre una y otra vez, esa idea, esa oración... energéticamente algo me dice que
no debo escribirla, entonces sigo. Escribir sin filtros es entonces, escribir
lo más que pueda de todo lo que voy pensando, uniendo, hilando, divagando en mi
imaginativa cabecilla, pero también, enérgicamente sucediendo la vida, parando
a encargarme de algo alrededor, que pueda ser yo misma y hambre, o algún dolor,
actividad o contractura, o descontracturar, o el hijo, o las tareas de la casa,
o los deseos de salir corriendo a llorar a donde sea, pero claro, ya no estar
frente a la computadora escribiéndolo todo, entonces, escribir sin filtros se
disfumina leve por los recuerdos, por lo que yo recuerdo y por lo que destaco
de una situación como importante para mí contar, según mis aprendizajes y mis
vivencias. Si llegase a servir de puntapié para animarse a contar una historia
propia, o a hablar de vivencias similares en otros ámbitos o a sentir... bueno,
serán los regalos de compartirme. No los vislumbro ahora, ahora sólo quiero
empezar y terminarlo.
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